martes, 25 de noviembre de 2008

Fantaseando

El mercurio se ha desplomado sobre la línea vertical que lo sostiene. Mentiría si dijese que no estaba mejor acurrucada junto a ti. Pero tan sencillo como los cero grados. Aunque menos por menos sea más, sigues sin aparecer cuando te llamo. No haces acto de presencia cuando pienso fuertemente en ti, y eso, que según investigaciones científicas, estamos conectados a través de los satélites. ¿Qué pasa? ¿No me oyes? ¿No me sientes muy cerca? Porque yo te siento a mi lado cada segundo y oigo cada palabra que piensas sobre mí, a pesar del frío. Por eso sé que tienes prohibido fantasear conmigo, no sería ético. Yo también debería prohibirte, pero me salté las reglas hace tanto, que ahora me dan igual. No sé porqué hemos llegado a este punto, ni porqué te odio tanto. También te quiero, créeme. No puedo evitar soñarte cuando nuestras miradas se entrelazan, en una imaginación más poderosa que una realidad lagrimada. Hoy debería estar triste, mirando al horizonte y pensándote más que nunca. Porque hay tormenta. Pero no lo estoy, aunque nadie me espere en casa y tenga que andar con paraguas, sonrío sin querer. Te pienso tapadita, como hacía antes. Pero fuera sigue habiendo cero grados.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Suponiendo

Después de releer todos los textos que he podido escribir y de asistir a una clase donde los anhelos y el intento de huída del ser humano hacia un lugar mejor son los protagonistas, he llegado a una conclusión.

Soy una romántica encerrada en un siglo que no es el mío. Supongo que soy un escritor tuberculoso y sin éxito alguno, del romanticismo, que se ha reencarnado (para su desgracia) en una joven con alguna que otra aspiración y demasiado miedo escondido.

Intento aparentar la dureza del roble, pero engatusada ando, y perdida... y olvidada. Recurro sin problemas a aquel rincón de la mente que me permite soñar despierta con la mirada puesta en un horizonte demasiado difuso.

No sé si será el momento de volver, de renacer de nuevo y acomodarme en este cuerpo, salir por patas y subir algún que otro escalón. Pero supongo que vuelve a nublarme la sensación de vulnerabilidad que se apoderaba de mí cada noche que pasaba sin tí. Supongo que aun recuerdo y deseo volver a un tiempo en el que el miedo no importaba. Pero se hizo tarde, y ni la vida espera ni el tiempo para por mí.

De nuevo salió mi alma atormentada de escritor romántico castigado. ¿Qué se le va a hacer? Habrá que convivir con él.

viernes, 14 de noviembre de 2008

ESPIRAL

Por un segundo se fugó la melodramática inspiración en la que estaba ahogada y se me dibujó una sonrisa en la cara. Pero simplemente eso, un segundo. Más tarde, una respuesta contundente me hizo volver al sucio asfalto y, como un tren de alta velocidad, aleja cualquier signo de felicidad escondida bajo la máscara de felicidad eterna.

No se puede dar todo por hecho, ni suponer, ni imaginar. Dicen que los hombres también lloran, pues bien, la gente como yo lo hacemos también. Y estoy harta de gritar con lágrimas y de dejar la felicidad en un mero intento fallido.

Y me ahogo pensando que la espiral que me envuelve cada vez me arrastra a su núcleo con más fuerza, con una conmovedora e irretenible fuerza.

Algún día lo superaré, miraré atrás y me reiré de tanto sueño roto. Algún día me libraré de su poder y no seré etérea. Seré yo misma: empezaré comprándome un gran anillo de oro para pegar puñetazos a los malos sueños y a las noches en vela.