miércoles, 17 de diciembre de 2008

El ruido, las casas, la gente, las prisas.
Los taxis, los cines, las nubes, las risas.

Tu mano y la mía. Correr en un paso de cebra. Oír el sonido del claxon. Sentirse libre. Sentarse en un banco para ver los semáforos cambiar de color.
Verde, ámbar, rojo.
Besarte tímidamente. Sonreír con el sol en la cara. Andar sin rumbo. Tomar café. Inmortalizar momentos cotidianos. Echar carreras al anochecer. Tocarte el pelo. Navegar entre peces de ciudad. Cantar a voz en grito. Pasar frío. Coger de nuevo tu mano. Estremecerte. Mirar con furia. Querer. Sentir celos. Dejarme llevar. Mirar al cielo. Contar estrellas… Pasión.

- Son demasiadas.
- No, sólo hay una.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Luna

EL otro día vislumbré la luna a través de un cristal empañado por mi respiración.

La miré y no pude más que pensar en todo lo que habrá visto el majestuoso satélite. Nos vio mirarnos por primera vez. Vio mi miedo al dirigirme a ti, y tu seguridad al dirigirte a mí. Vio mis pasos en falso y la lluvia sobre mojado. Vio tu vello erizado, cuando soplé en tu cuello. Vio tu beso y mi beso. Vio mi dedo en tu espalda escribiendo mi nombre. Vio tus susurros en mi oído y tus labios jugando con mi lengua. Vio como enloquecías con mi presencia y como yo perdía los papeles cuando se trataba de ti. Nos vio jugando como niños bajo su presencia. Vio mis miradas solitarias a través del cristal y mis ojos melancólicos suplicando que volvieras. Te vio queriendo volver y volviendo atrás sobre los pasos marcados. Vio las nuevas caricias, las antiguas y las que nunca existieron. También vio nuestros cuerpos desnudos echándose un pulso. Nos vio románticos y apasionados, ególatras y anestesiados. Nos vio querernos y nos vio odiarnos. Me vio olvidándote y recordándote. Vio mi café enfriándose sobre la mesa y tu mirada perdida en un horizonte difuso. Vio tus noches sin dormir y mis noches en vela. Me vio cambiada y renovada. Me vio apasionada y acelerada. Nos vio místicos y terrenales. Nos vio subir al cielo... y nos vio bajar al infierno.

Me dije: Sofía, para ya.

Y ella me dijo: Sofía, no pares nunca.