viernes, 27 de febrero de 2009

Dolor

Un día pensé, que después de eso lo soportaría todo. Que el dolor no podía hacer mella en mi no tan vulnerable cuerpo. Y que el miedo, que no me dejaba hablar ni respirar, se había ido para siempre.

Pero el dolor nunca es suficiente. Y cuando crees que puedes soportarlo todo, vuelve. Para recordarte que es mejor aferrarse a una piedra puntiaguda que dejarse caer. Y que una vez que caes, es demasiado tarde.

Y me arrepiento de haber perdido la fe en todo lo que me rodea y no poder ni tan siquiera pedir ayuda. Me arrepiento de cada día que paso contigo sin decirte que te quiero y que te admiro más que a nadie.

Creía que no lo volvería a sentir y ha vuelto. Me siento levitando entre espuma de sangre y no logro alzar la cabeza para no ahogarme en un cúmulo de mentiras. Y cuando sé la verdad, preferiría haber muerto ahogada.

Y es que es inevitable sentir que se me escapan los segundos y nada ni nadie puede ayudarme. Es inevitable rozar cada milésima pensando en tí.
Creo que no puedo volver a aguantarlo. Siento, que si aguanto un poco más, perderé el control de mi propia mente. Porque no puedo volver a ver esos pasillos infinitos, ni me puedo dejar abatir por el gris que inunda todo.

Pero sostengo la cabeza alta y finjo que no pasa nada.
Siempre he sido fuerte, y hoy no va a ser menos.

jueves, 26 de febrero de 2009

Claramente narcotizada

No sé muy bien que me está pasando. Estoy triste, si se puede llamar así. Sensible, llorosa y claramente narcotizada. Supongo que sé que no soy la que era. Me duele conocerte tan bien, que me matas. Y por si fuera poco el mundo de la noche no es ningún misterio para mí. Los conozco todos: todos los bares y moteles de carretera.

Conozco demasiadas cosas que desearía no conocer. Imagino, escapo, me evado de un mundo que no quiero ver. Pero lo veo, y me clava puñales de odio cada mísero segundo. Y vuelta a las andadas, y a sufrir un poco más.

No cabía en mí más pasión. Éramos tan diferentes. Tenías el pelo largo, o así apareces en mis sueños. Ya no confío ni en ellos, ni en tí. Porque me habéis dejado tirada tantas veces al lado de contenedores quemados y ratas callejeras, que a veces deseo que no existáis. Porque no soy yo. Porque lo que me consume no me hace más fuerte. Odio tener secretos y no poder compartirlos. Y cuando despierto, oliendo a alcohol de alta graduación y a cualquier tipo de sustancia, lo primero que pienso es en tí. Detrás del martilleo de mi cabeza, te vuelvo a ver como el primer día.

Creo que me estoy matando, y no consigo controlar todas las emociones y sobresaltos. Ya no sé ni organizar las llaves del hotel. Porque me evado y no soy yo, NO SOY YO. Por más que lo intente me dejé atrás una gran parte de tí. La que me cuidaba. Ahora soy sólo mar, un mar muerto esperando hacerte flotar.

Y vuelves, te veo y te hago callar. Porque no nos conocemos. Me desato y me escapo, por el laberinto que creamos juntos. Y ya no hay marcha atrás, porque me rozas y me muero.
Y tú me ves, reflejada en las luces de neón y piensas que me conoces. Crees que en un viaje me iré y te pediré favores. Prefiero dormir en la calle, sin cafés calientes ni brazos confortables. Porque como siempre me decías, cada uno escoge su camino. Y el mío es la angustia, y así no soy feliz.

Ya no me dueles. Aunque te siento. Te huelo, y te escucho.
Desearé que seas el fin. Desearé que seas mi fin.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Colores

Hoy estoy realmente emocionada. Será por la banda sonora, supongo.

Me he levantado viéndolo todo negro, muy negro. Tan negro que era complicado diferenciarte entre mis sábanas. Por eso decidí darle un matiz blanco, olvidando que la mezcla da gris, y no me gusta demasiado.

Una vez, haciendo un proyecto de tecnología me pasó algo parecido, pero le puse estrellitas de purpurina y le dio otro aire. Hoy he intentado hacer lo mismo, rellenar mi vida con estrellas: estrellas de purpurina de todos los colores. Y lo he conseguido. Por eso parece que sonrío con una frecuencia de 5 segundos y olvido más de 100 veces al día que te necesito.

Es impactante. A mí siempre me ha gustado la mezcla de colores.

http://www.youtube.com/watch?v=nVdCZk-JrjY

martes, 10 de febrero de 2009

Arte

Entramos sigilosamente para no despertar a Dante, su gato, que dormía cerca de un intento de radiador. Entramos despacio y sin tocarnos, porque sólo éramos amigos, y no podíamos sucumbir al desmadre de las pasiones dejándolas volar por todo el ático.

Era tanto su casa, como su estudio. O quizás era más su estudio que su casa, porque había cama, sí, pero estaba repleta de bocetos de mujeres sin cara. Cuerpos desnudos entregados, sin una mueca que reconocer en esa lánguida esfera.

No había paredes, había plenitud en el vacío. Sólo una habitación, un pequeño cuarto de baño, donde se aseaba cuando no tenía nada mejor que hacer. Porque era un bohemio, sí, de los buenos.

- Come lo que quieras - me dijo entre susurros - en el frigorífico encontrarás algo.

Pensé que lo único que quería comerme era a él, en un banquete desenfrenado, pero me contuve. Fui a la cocina y me reí. Dante pegó un salto y se dirigió al sofá mirándome con inseguridad. Vale, fue más que una risa, una carcajada, pero inevitable, sin duda. Lo que me encontré en la cocina me reafirmó en la convicción que tenía de que sin duda mi amigo, era un bohemio encantador. Ceniceros repletos, de colillas y punta de lápiz. De esa que huele tan bien y te transporta a primero de primaria, cuando trazas tu primer abecedario. También había café, mucho café por todos sitios. Café vertido en la encimera, café en la cafetera, café en tazas semivacías, café en el comedor de Dante.Por todos sitios. En el frigorífico encontré un paisaje no menos gracioso a la par que desolador. Cervezas y patatas fritas. Sí, ¡Patatas fritas! Dejé el hambre para después y me acerqué a ver sus cuadros.

Me enseñó cosas fascinantes y extraordinarias. No entendí algunos repletos de odio, pero la pasión se desbordaba en cada pincelada. Me gustó. No tenía televisión, por lo que decidimos tomarnos un par de cervezas sentados en el sofá, observando su obra y hablando de planes metafísicos de futuro. Un par de cervezas llevaron a otro par, y como no, se rompió la barrera de lo físico. Entrelazábamos nuestras manos y nos abrazábamos en la mínima oportunidad. Nuestra piel ardía, pero nuestra mente nos repetía una y otra vez, que eso era lo último que tenía que pasar.

Pero una vez más, pudo el arrebatado conjunto de sentimientos, y las fantásticas vistas que podíamos observar desde su ventana. Me llevó de la mano junto a la cama y me enseñó los bocetos de mujeres sin cara.

- ¿Porqué no tienen cara? - pregunté, no sin sentirme un poco ridícula.
- Porque todas esas mujeres es una única mujer. Con la que quiero dormir cada noche y al lado de la que quiero despertarme cada mañana. Pero no soy capaz de dibujar tanta belleza en un lienzo. No tengo el poder en las manos, ni soy el escultor de la perfección. Lo siento, pero no puedo dibujarte, eres demasiado para mis humildes trazos.

¡Oh no! No pude contenerme más, tuve que besarle, porque este poeta me tenía loca. Mi cuerpo había alcanzado tal grado de calor, que pensaba que moriría de una extraña fiebre en unos momentos. No fue así, aunque sí morí un poco. Nos abalanzamos el uno sobre el otro y caímos en la cama repleta de mujeres sin cara. Fue una lucha incansable que duró hasta que los primeros rayos de luz entraban por la ventana. Nos dormimos, exhaustos, sólo teníamos fuerzas para abrazarnos. Duró hasta que Dante se despertó y quiso dormir a nuestro lado, separando nuestros cuerpos que parecían ser un solo individuo.

Nos vestimos y tomamos café, que era lo único que sobraba en aquella casa.
Recorrimos todos los rincones queriéndonos un poco más cada instante. Me enseñó a querer sin reparos y a vivir emociones que creía olvidadas. Supongo que fue más de lo que nunca hubiera imaginado. Me sentí viva por una vez. Y me gustó sentirme acariciada por el sol que entraba por su ventana.

¡Como le quise!