martes, 23 de junio de 2009

Summer nights

Tenía muchos planes para un verano que se presenta caluroso. Demasiados quizás.

El primero de todos era fugarme a Ibiza, conocer Formentera y vivir como en una película de Julio Medem todos los engaños y desengaños que te ofrecen unos días de evasión.
Más tarde, viajaría a Cádiz, visitaría a unos cuantos amigos y conocería a otros cuantos. Pasearía por la playa y bailaría hasta que mis 10 centímetros de tacón no pudiesen conmigo. Conocería a la perrita más guapa que he visto en mi vida y volvería a evadirme de las humanidades, vistas como actitudes humanas.
Después, volvería a mi rincón. Londres sería el próximo destino. Vería a viejos conocidos y pasearía por Candem cada día. Saldría por Picadilly y bebería mojitos en The International. Comprobaría también si continúa el camarero barcelonés que nos invitó a noches de champán hace ahora un par de años.
Entre tanto, leería Rayuela. Que ya es hora de acabar esta historia sin final. Conocería a fondo a Horacio, me haría amiga de la Maga y quizás cogería algo de cariño a Pola. Todo es ponerse. Incluso me sentiría identificada con cada una de las noches de borracheras sin límites por las calles de París. Volvería a creer en el amor, esa palabra...
Quería a su vez hacer ruta por Italia. Alquilar una vespa y sentir el viento en la cara durante 10 días, viendo Roma, Florencia, Milán, incluso llegaría a Venecia, si no es mucho pedir. Conocería cada rincón y cada pueblo en miniatura. Moriría de calor, pero merecería la pena.

Ahora bien: Sola es complicado. Sin dinero, más. Me planteo coger los bártulos y salir por patas de Madrid. Escaparme a un lugar donde nadie pueda encontrarme. Que todo el mundo piense que he sido secuestrada, y yo mientras tomando el sol en las Bahamas, leyendo Rayuela, que sería el único plan cumplido.

Au revoir, feliz vuelo.