miércoles, 29 de julio de 2009

40º o más

Al otro lado de la ventana de mi habitación, observo que el mercurio asciende a 40º. Lo percibo como una extraña alucinación. Yo ando tapada y con el termostato del aire acondicionado en 17º. Tengo los pies congelados. He dejado de notar hasta el temblor que me provoca el frío. Me abrigo un poco más y te espero, porque sé que vendrás.

No sé hasta que punto esperar la lejana inspiración que necesito. Supongo que los días bochornosos de un verano sin un ápice de humedad y más seco que de costumbre, sedimentan mi forma de pensar. También puedo hablar de un síndrome premenstrual agravado por el descontrol hormonal. Si sumo ambos da lo que suelo llamar mi Yo interior. Ese espíritu intentando salir de los cuatro barrotes que lo encierran, psicológicamente mal formado y con un embarazo que no viene ni a cuento.

Lo único que me ayuda a sobrellevar la situación es la existencia de un Tú que aún no puedo llegar a valorar pero que sólo me aporta felicidad. También el humor absurdo que vengo arrastrando desde hace unos días. El ir a buscar contenedores de reciclaje cada media hora. En mi coche aparece cada cinco minutos algo nuevo que tirar a un contenedor tricolor. Mientras, el mundo se vuelve más loco si cabe. Parecía que no iba a llegar y ya veo el punto final de un verano más tranquilo que el de hace un año y más solitario, también. Supongo que echo de menos a mis compañeros de fatigas, del querer y no querer y las sonrisas que conllevan sus presencias.
Qué pasota estoy. Me importa una mierda que una zorra verdulera me toque los huevos. Y dos y tres. Tampoco me importan las faltas de educación que observo sin parar hacia mi persona. No me dan tan igual los aires, que me empiezan a marear hasta un punto álgido de locura e hipersensibilidad.

Vamos a dejar los recuerdos y a proponer algo más de animación. Con dinero o sin él, tampoco es tan difícil. Sólo dejarse llevar, que la quietud me mata y sin rabia y tragedia no concibo la vida.
Hazme sufrir un poco, hoy te lo perdono todo.

viernes, 24 de julio de 2009

Barbarie

En 27 horas exactas mi mundo cayó en picado. Se volvió a desordenar mi ya destartalada cabeza para dar paso a un orden extraño de principios sin prioridades, a mentiras no desmentidas (valga la redundancia). Las miradas se precipitan en un vacío francamente extraño y nuevo.

Aunque sólo crea en mi propia religión, me duele pensar diferente a lo establecido. Prejuicios y desconocimiento humano y sobrehumano. Originalidad vacua en un mundo escrito y repasado a pilot. Demasiado perfecto, diría yo.

Aún así, y a pesar de todo, sigo pensando que cambiando mi alrededor lograré cambiar una pequeña parte del mundo. Sí, es un grano de arena en un desierto. Pero si no existieran los granos de arena, tampoco lo haría el desierto.

Aunque para desierto en el que vivimos. Seco y árido, de ideales y compromisos. Like the life.