Decepción una vez más. Porque pienso, quizás injustamente, que hemos dado mucho. Porque me aterra la idea de perderlo todo. Porque la incertidumbre es la peor de las respuestas.
Y sí, tengo que aprender. Analizarme, evaluarme y dejar de caer una y otra vez en la misma piscina vacía. Y no confiar. Nunca más confiar. Porque duele ver que no sirve de nada haberlo hecho todo. Y recibir como pago una decepción tras otra, una desvinculación impensable.
Cuando me toque mover ficha, espero haber aprendido las reglas del juego. No volver a caer en las trampas de los jugadores desleales. Porque yo cuando quiero, lo hago con cada una de las células de mi cuerpo, y cuando juego, lo apuesto todo. Y no estoy dispuesta a volver a arriesgarme, a perder y a tener que entregar de nuevo cada uno de los céntimos de mi fortuna. Ya me he quedado sin blanca demasiadas veces. Y vacía no sé continuar con el juego.