sábado, 17 de septiembre de 2011

Interrail

Por fin ha llegado el momento. Sí, ha sido un sprint final algo agotador por las circunstancias, la falta de tiempo y la oleada de prisas. Pero todo llega, y ya te tenemos a la vuelta de la esquina.

Estaba deseando vivirte desde hace siglos. Envidiaba a todo aquel que había podido disfrutarte y siempre pensaba tontamente: "algún día me tocará a mí". Y parece ser, que aunque quedan pocas esperanzas, los sueños siguen cumpliéndose. Y aquí estoy, a unas horas de partir, con la ilusión desmesurada de las nuevas ocasiones y con las libretas en blanco para rellenarlas de experiencias y fantasía.

Conocer Europa y etiquetar cada ciudad con un nombre distinto, pensar en todo lo que dejo en España y encontrarme a mí misma en rincones mágicos de los pueblos o en tiendas de segunda mano, son mis objetivos. Pero lo mejor, sin duda, es la fragancia de la compañía: Con la base de la confianza, las buenas intenciones y la amistad. Un toque de locura trascendental, filosofía y romanticismo. Parece que va a oler bien.

No olvido los perfumes que recogeremos en el camino: El formado por sonrisas, con sutiles toques de realismo, positivismo y una gran dosis de cariño, con el que nos rociaremos en Bélgica. O el creado por la lógica aplastante, eclipsada por la intensa literatura y los acordes de mi canción favorita que esperemos encontrarnos perfumando el ambiente de Berlín. También recogeremos uno que huele a duda en Cracovia y estaremos abiertas a todos los nuevos olores que encontremos en el camino.

Yo espero ser el perfume de los sueños, de las historias bien contadas, de las risas y de los abrazos a media luz. Tengo las expectativas muy altas, y aún así, creo que se quedan por los suelos ya que nos queda mucho por vivir.

Au revoir, ya saben... Feliz vuelo.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Periodismo

Tras un día de conversaciones bonitas donde el periodismo es la clave, me he dado cuenta de algo. Hay muchas historias buenas que contar, palabras inmersas de dudas que cobran sentido con la imagen de la tragedia superada. Siento tranquilidad por saber que no estaba tan equivocada. Que si no se puede cambiar el mundo, sí podemos cambiar nuestro alrededor.

Sonrisas, complicidad, simpatía. Un ego deslumbrante, un abrazo continuo. La oscuridad se vuelve gris, nos atrapa, nos hace soñar de nuevo. La fe vuelve a ser un habitante de nuestro mundo, después de darla tanto tiempo por muerta. Incluso es vecina, grata casualidad podríamos decir. Y los sabores dulces, el almíbar encontrado en cada poro. Como helado de fresa, gelatina hecha de un material indestructible.

Gracias, tendría que decir. Por hacerme sentir amor por lo que hago. Por recordarme a un Larra inaugurando una profesión fantástica. Por haber sabido elegir. Por cada historia que he contado y contaré. Por la lucha constante. Por la alegría.

La profesión más bonita del mundo no se merece que siga enfadada con ella.