jueves, 20 de octubre de 2011

Cinco


Escrito el día 5 de Octubre de 2011, en la ciudad del Moldava.

En Praga parece un día normal. Amanece más gris, más triste, pero normal al fin y al cabo. En el fondo del alma, nada es igual. Hay un remolino de recuerdos, de besos no dados, de enseñanzas perdidas en la inmensidad del mundo. Y está también el sentimiento de extrañeza. El querer tenerte a cada hora. La necesidad de abrazarte, de tocarte, pero sobre todo de hablarte. Y que me cuentes cómo estás, si conseguiste dejar de sufrir. Si por fin, una vez liberado de las cadenas del cuerpo, puedes maravillar con tu fantástica mente. Y prefiero pensar que sí, que estás mejor ahora. Y quiero dejar el egoísmo a un lado, y dejarte en tu descanso. Pero a veces, soy irracional. Soy humana, y te necesito tanto que ni las fuerzas más potentes pueden pararme. Pero me callo, espero que el universo conspire en silencio y nos encontremos en algún lugar de la mente, en un cielo inventado o entre la naturaleza.
Pero hoy en Praga parece un día normal. Y no quiero que eso cambie.