martes, 16 de agosto de 2011

Llevo tiempo sin escribir. Tengo tanto que decir y no he dicho, tantos sentimientos ocultos, que parece que una losa de piedra hubiera caído entre ellos y mi capacidad de comunicarme. Y por más que lo intento no sale nada de provecho. Porque todo sigue escondido en algún rincón del alma. Remoloneando y sin querer salir. Y necesito estirar del brazo de esos sentimientos, zarandearlos y sacarlos a la luz, porque desde su escondrijo lo único que consiguen es erosionarme, dañarme y hacerme más y más fría a la par que vulnerable.

Incluso hacen cada vez más difícil el contacto con otros seres humanos. Me convierten en complicada y en una persona completamente pasiva. A la espera de una chispa que les haga saltar por los aires, y la pasión, y la fuerza vuelvan repentinamente regalándome más momentos cálidos que dejen a un lado los golpes y las bombas.

Sólo deseo que acabe la guerra. Está empezando a ser insufrible.

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