lunes, 26 de enero de 2009

Vuelta a empezar

Llevo unos días pensando en darle un cambio radical a este ciber espacio. Releyendo entradas antiguas me he dado cuenta que mi intento de blog se ha convertido en una estúpida historia cursi sin principio ni final. A fragmentos de vidas pasadas y a primaveras sin nombres. Ya no me gusta, y realmente, cuando la inspiración se ha tomado un año absolutamente sabático (y lo que le queda), tengo muy pocas opciones para redecorar este espacio que empezó como una telaraña de sentimientos y reflexiones y ha acabado como Caperucita Roja sin lobo.

Será también que tú y yo nos encontramos en una etapa muy distinta a cuando empezó todo, hace apenas dos años (¿Serán tres?). Soy consciente de que siempre formarás parte de mí, pero no de mi vida, y quizás contigo se fugó mi inspiración (maldita promiscua). Supongo que el affaire que estáis teniendo debería ponerme celosa, pero ya no sé envidiar ni odiar. Lo dejo todo para las putas sin sentimientos.

Hoy ha sido un día gris oscuro, casi negro y tengo nostalgia. Nostalgia de ti en primer lugar. En segundo, deseo con todas mis fuerzas que funcione de una vez el acelerador de partículas para poder tele-transportarme cuando quiera y donde quiera. Hoy he tenido ganas de viajar a una playa desierta, con una ligera brisa y un sol espléndido. Deseaba, poder jugar con el protector solar en tu espalda a dibujar mil palabras sin significados aparentes. Anhelaba un cielo despejado y un tú entregado por completo a mí.

jueves, 22 de enero de 2009

Tierna madurez

Fluye un continuo rumor constante en el pequeño rincón de mi cabeza que guardo para ti. Aun recuerdo cuando nos conocimos, esa tarde soleada en la que inventamos mil historias que acababan bien. Recuerdo cuando nos convertíamos en policías y ladrones y jugábamos hasta que nos comía la noche. Aquellos juegos que hacían más perseverante nuestra imaginación infantil y destilaban nuestra vida de cualquier elemento negativo. Recuerdo cuando te declarabas, y yo me reía, sin creerte en absoluto. Supongo que de niña era casi tan desconfiada como ahora.

Sin darnos cuenta pasaron los años, y nos separamos. Caminos diferentes y vidas paralelas. Pero por gusto del destino coincidimos un día, y nos reconocimos al instante. Todo había cambiado aunque algo seguía igual, tu forma de mirarme, en eso sí que eras el mismo.

Mentes maduras y ternura infantil, el eclipse perfecto para contrarrestar las cicatrices que la vida había dejado a su paso. El niño que teníamos dentro saltaba de entusiasmo y volvimos a jugar. Esta vez, lo hicimos con fuego: se enredaron nuestras almas y creímos que existía algo más. Reímos y nos sentimos tan unidos como cuando te sometía al tercer grado. Arriesgamos sin más, y nos dejamos abrazar por el abanico de sensaciones que creíamos perdido. Cuando cayó la noche, me pediste un beso... una vez más, me reí.
Supongo que no éramos tan diferentes.

martes, 6 de enero de 2009

Tu nombre y tus propósitos

Supongo que sí, que tenía razón “Fígaro” hace unos cientos de años, cuando optó por la libertad eterna en lugar del sufrimiento terrenal. ¿Para qué engañarnos? Todo lo que dejó plasmado el primer articulista podría estar escrito en un día como hoy.

Sin más, escuchando ando conversaciones arduas sobre el fin y la muerte. Esos últimos suspiros de desasosiego y desesperanza cuando al fin y al cabo, es un desenlace conocido. No es una leyenda con final abierto, o una novela con final feliz. No hay “fueron felices y comieron perdices” porque la felicidad no es un final, es el comienzo del dolor.

Pasearé por el nublado jardín e inmortalizaré momentos tiernos, de esos que no se ven en una rutina cotidiana emborronada por lo que creemos verdadero y no es más que basura y vacuidad.

Y como últimamente no paro de volar por una cuarta dimensión, viéndote de forma corpórea cuando mis párpados andan pegados gracias a Somnus y tu cuerpo se hace real por obra y gracia de Morfeo, decido seguir ahí, fantaseando con la débil imaginación que me fue concebida. Porque el sueño siempre es mejor que esta realidad que, volviendo a mencionar a Fígaro, yace en un sepulcro de mentiras y máscaras.

Y no sé porque aguantamos el tenebroso desenlace. Supongo que somos muy ignorantes para saber que lo que hacemos aquí es alargar el tiempo y someternos a las leyes de la naturaleza.

Podría hablar mucho de ti, porque hay algo que nos une. El refugio interior, también obstaculizado por espesas cortinas de represión y rebeldía.

“Quise refugiarme en mi propio corazón, lleno no ha mucho de vida, de ilusiones, de deseos. ¡Santo cielo! También otro cementerio. Mi corazón no es más que otro sepulcro. ¿Qué dice? Leamos. ¿Quién ha muerto en él? ¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza! ¡Silencio, silencio!”

Pues SILENCIO, y que así sea.