jueves, 8 de septiembre de 2011

Periodismo

Tras un día de conversaciones bonitas donde el periodismo es la clave, me he dado cuenta de algo. Hay muchas historias buenas que contar, palabras inmersas de dudas que cobran sentido con la imagen de la tragedia superada. Siento tranquilidad por saber que no estaba tan equivocada. Que si no se puede cambiar el mundo, sí podemos cambiar nuestro alrededor.

Sonrisas, complicidad, simpatía. Un ego deslumbrante, un abrazo continuo. La oscuridad se vuelve gris, nos atrapa, nos hace soñar de nuevo. La fe vuelve a ser un habitante de nuestro mundo, después de darla tanto tiempo por muerta. Incluso es vecina, grata casualidad podríamos decir. Y los sabores dulces, el almíbar encontrado en cada poro. Como helado de fresa, gelatina hecha de un material indestructible.

Gracias, tendría que decir. Por hacerme sentir amor por lo que hago. Por recordarme a un Larra inaugurando una profesión fantástica. Por haber sabido elegir. Por cada historia que he contado y contaré. Por la lucha constante. Por la alegría.

La profesión más bonita del mundo no se merece que siga enfadada con ella.

1 comentario:

Lady of light dijo...

Mejorando nuestro alrededor, ya estamos cambiando el mundo