viernes, 2 de marzo de 2012

Sombrero de copa, por favor.

Te he olido mientras andaba por la calle. El destino era una incógnita también para mí, de ahí la sorpresa de encontrarte en una colonia tan magnética. Mi paso firme y desenfadado fue mutilado por tu escasa presencia. Otra vez. Y es la decimosexta vez que me pasa.

Vi tu mirada, ¿recuerdas? Y la estuve persiguiendo en sueños pensando que algún día sería mía. Qué inocente.

Pero lo peor de todo no fue el día que tu mirada poseyó a algún viandante. Esa noche… ¿Recuerdas esa noche que vi tu boca? Era ella quien me perseguía. En cada uno de los hombres que se acercaban a saludarme, estaba tu sonrisa. En cada una de las palabras que intentaban decirme, estaba tu voz.

No sé si tú lo piensas, pero… me estoy volviendo loca. Al principio creí que era amor, pero ya está superando incluso sus límites. Sí, posiblemente sea algún tipo de locura leve. Me río sólo de pensar cómo me recibirás esta noche.

Por favor, espérame acompañado de tu perfume. Y si es posible… ponte el sombrero de copa.

martes, 21 de febrero de 2012

Pura MAGIA

Hacía tiempo que no lo sentía. El cosquilleo de la Magia ha vuelto. Un placer que acaricio feliz y que deseo que vuelva a ser tan grande como fue hace ya unos años.

martes, 7 de febrero de 2012

Crónica de una vida ¿chafada?

El 1 de Julio de 1997 comenzó mi romance con la profesión de periodista. Quizás empezara antes, pero hasta esa fecha no hay ningún tipo de prueba. Tengo que poner en situación: un día cualquiera de las vacaciones de verano, en La Mancha profunda, con un calor que no dejaba ni respirar, a una niña de 7 años, desbordada de imaginación se le ocurre una idea que ella cree fantástica.

Para llevar a cabo su plan, necesitaba a sus compañeros de fatigas (vecinos del pueblo y grandes amigos hoy en día). El equipo técnico era sencillo: un radio casete para dos cintas, una cinta de casete de música cualquiera y uno virgen. Y ya estaba todo preparado para comenzar la andadura en el mundo de las ondas.

Radio Radical se llamaba nuestra emisora. Y nosotros improvisábamos los anuncios, las noticias, las entrevistas y los protagonistas de la jornada. Es gracioso volver a escuchar las cintas y mirar a los políticos a través de los ojos de niños de 7 y 8 años. Nosotros creíamos que Felipe González y Jose María Aznar, estaban en un ring de boxeo, y así lo proyectábamos en “nuestro programa”.

El escuchar cada mañana mientras me bebía la leche a Luís del Olmo, me llevó a inventar que yo también podía hacerlo. A mis padres no les gustaba que viéramos la tele, y tanto mi hermano como yo crecimos con el sonido de la radio. Esto hizo que me enamorara poco a poco y sin saberlo de un medio que hoy en día me da la vida.

Pero eso es otro cantar, ya que mi aventura con el periodismo pasó por diferentes etapas: Desde el “quiero ser reportera de guerra” hasta la pasividad más absoluta hacia la profesión, tirándome de cabeza a un Bachillerato de Ciencias de la Salud y engañando al periodismo con la medicina. Pero mi escarceo con esta duró poco, y al final la conservo como una buena amiga y como un hobby que me ayuda a ser realista y mirar más allá de mi propio ombligo.

Cuando me desengañé y tiré mi sueño de ser doctora por la ventana de un quinto, llegó la etapa más pasional. Leía a García Márquez y quería dedicarme a contar lo que pasaba, quería ser la voz de la noticia. Por eso acabé entrando por la puerta de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, matrícula en mano y con todos mis sueños renovados.

Pero la que pensaba que sería la mejor de las vivencias se convirtió en el pozo sin fondo en el que llevo cayendo hasta ahora. Mis ilusiones eran como el Quijote en el lecho de muerte, chocando al fin con la realidad. Me costó horrores no tirar la toalla el primer año. Lo único que me mantenía con fuerzas era acudir cada viernes al estudio de radio en la Universidad. Por aquel entonces existía Radio Complutense y desde el primer momento supe que donde quería estar era allí.

Radio Complutense cerró y me quedé compuesta y sin novio. Con una práctica al año de radio en alguna asignatura como Comunicación Audiovisual, pero poco más que me acercara al periodismo, un amante que cada vez estaba más lejos.

Lo bueno que tiene nuestra facultad es que ayuda poco o nada a sus alumnos. No esperes que sea ella quien te busque un lugar para hacer prácticas en verano, ni que te presente a profesores que te motiven. Si esperas que en secretaría te solucionen cualquier cosa, estás en el sitio equivocado. Pero quizás tendríamos que dar las gracias por no hacer nada por los alumnos, así aprendemos. Aprendemos a salir adelante sin la ayuda de nadie y nos tatuamos el refrán: “Quien quiera peces, que se moje el culo”.

Supe que tenía que buscarme la vida y trabajé dos veranos como becaria en Cadena Cope y en Onda Cero Radio respectivamente (¿dónde quedaba aquella radio que fundé con mis amigos allá por el 97…?). Y por fin, se cumplió uno de los sueños de los alumnos más motivados de la facultad: Inforadio. Donde cualquiera de nosotros podía entrar y participar en un programa de lo más profesional, gracias también al trabajo de muchos.

Si hablo del programa de asignaturas de la carrera, me desespero. Mucha historia, poco periodismo. Mucho profesor desmotivado que pretende (y a veces consigue) desmotivar a los demás. Muchas “Teorías de…” que no nos han servido para nada. Y llegamos a quinto sabiendo más o menos lo mismo que sabíamos en primero.

Y a unos meses de obtener la licenciatura en periodismo, sigo en la cuerda floja. Intentando equilibrarme porque, si no, caigo de bruces contra la realidad. Y ya no hay red de ilusiones que me salve de estrellarme. Por eso de vez en cuando vuelvo a leer a García Márquez. Su discurso ante la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa titulado “La profesión más bonita del mundo” reaviva las ascuas.

Porque como él mismo dice: “Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia”. Y eso, quizás, me mantiene engañada.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

SurRealismo cotidiano

Suena la horrible alarma al menos 4 veces antes de que gane la batalla. La lucha ha sido piel con piel contra el sueño. Me ganó los tres primeros asaltos, pero consigo recomponerme. A orgullosa no me gana nadie.
Me preparo un desayuno emborronado. Miro a un punto fijo e ingiero porque me han programado cual autómata. Decido dejar la mente en blanco. Agradezco que caiga el agua de la ducha y la erosione, dándole la forma adecuada para empezar el día.
Me miro al espejo. Los excesos pasan factura. Y yo pago como puedo: con mi escasa pensión y el optimismo enterrado.
Ando al metro. Leo para no ver más. Hoy los golpes del sueño me duelen, y me hacen más asocial que nunca. Me sumerjo gratamente en tu historia: "Lo que podríamos haber sido..."
Salgo del metro y odio a la gente. Van vestidos de invierno y de verano. Sin punto medio. Yo exhalo calor, y me gusta la gente caliente.
Pi, pi, piii "Son las 11, una hora menos en Canarias".
Pi, pi, piii "Es la 1, medio día en Canarias".
Vuelvo al metro. Con las heridas curadas y observando más.
Sueños gastronómicos. Invento y dejo volar la imaginación. Después un té, esa pócima que borra por competo las cicatrices del sueño.
Vuelta al metro. Vuelta a la inmersión: "... si no fuéramos tú y yo".
Pasa por mi lado un chico con rosas, serán para una chica desconocida. Yo invento historias mientras subo escaleras y oigo muchos "¡oh!" contenidos. Deseos evaporados y sueños recordados por un instante.
Historia del periodismo y mutismo por su parte. Me mudo a otro planeta, ya no soporto el dolor.
Vuelta al hogar. Lección aprendida: ni siquiera sabemos qué es sentirse mal.
Pastillas para no soñar, para no vivir. Para olvidar miradas perdidas en el vacío. Y el intento de dormir, una noche al menos. Sin pesadillas. Para mañana levantarme pletórica y no tener que subir al ring.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Deseo

No sé por qué, pero por estas fechas siempre ando algo más inspirada que lo que suele ser habitual. Algo menos seca. Será que alguien me ha regado, o que la lluvia me ha calado hasta los huesos.

Ayer me di cuenta de que mi corazón no es normal. Y lo agradezco, ya que si no me consideraría una completa simpleza. Mi corazón late en el cuello. En la nuca. Y late muy fuerte. Yo creía que estaba parado, que alguna pieza no encajaba o se había perdido, y el problema no era ese. Es que lo buscaba donde no estaba: En el pecho.

Sólo tenía que buscar más allá. La motivación, el arte. Y lo encontré, como si una bonita magia blanca lo hubiera hecho aparecer. Y estoy encantada.

Deseo, deseo, deseo. El título del post, y lo que me envuelve últimamente. El deseo por todo. Un deseo fugaz, furtivo. Una ambición inestimable por tenerlo absolutamente todo. De ti. O de mi.

Y como ahora te he encontrado, corazón, puedo oírte mejor porque te tengo más cerca. Deja de llamarme, que ya te veo. Abrázame un poco, imagina que hace frío.

jueves, 20 de octubre de 2011

Cinco


Escrito el día 5 de Octubre de 2011, en la ciudad del Moldava.

En Praga parece un día normal. Amanece más gris, más triste, pero normal al fin y al cabo. En el fondo del alma, nada es igual. Hay un remolino de recuerdos, de besos no dados, de enseñanzas perdidas en la inmensidad del mundo. Y está también el sentimiento de extrañeza. El querer tenerte a cada hora. La necesidad de abrazarte, de tocarte, pero sobre todo de hablarte. Y que me cuentes cómo estás, si conseguiste dejar de sufrir. Si por fin, una vez liberado de las cadenas del cuerpo, puedes maravillar con tu fantástica mente. Y prefiero pensar que sí, que estás mejor ahora. Y quiero dejar el egoísmo a un lado, y dejarte en tu descanso. Pero a veces, soy irracional. Soy humana, y te necesito tanto que ni las fuerzas más potentes pueden pararme. Pero me callo, espero que el universo conspire en silencio y nos encontremos en algún lugar de la mente, en un cielo inventado o entre la naturaleza.
Pero hoy en Praga parece un día normal. Y no quiero que eso cambie.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Interrail

Por fin ha llegado el momento. Sí, ha sido un sprint final algo agotador por las circunstancias, la falta de tiempo y la oleada de prisas. Pero todo llega, y ya te tenemos a la vuelta de la esquina.

Estaba deseando vivirte desde hace siglos. Envidiaba a todo aquel que había podido disfrutarte y siempre pensaba tontamente: "algún día me tocará a mí". Y parece ser, que aunque quedan pocas esperanzas, los sueños siguen cumpliéndose. Y aquí estoy, a unas horas de partir, con la ilusión desmesurada de las nuevas ocasiones y con las libretas en blanco para rellenarlas de experiencias y fantasía.

Conocer Europa y etiquetar cada ciudad con un nombre distinto, pensar en todo lo que dejo en España y encontrarme a mí misma en rincones mágicos de los pueblos o en tiendas de segunda mano, son mis objetivos. Pero lo mejor, sin duda, es la fragancia de la compañía: Con la base de la confianza, las buenas intenciones y la amistad. Un toque de locura trascendental, filosofía y romanticismo. Parece que va a oler bien.

No olvido los perfumes que recogeremos en el camino: El formado por sonrisas, con sutiles toques de realismo, positivismo y una gran dosis de cariño, con el que nos rociaremos en Bélgica. O el creado por la lógica aplastante, eclipsada por la intensa literatura y los acordes de mi canción favorita que esperemos encontrarnos perfumando el ambiente de Berlín. También recogeremos uno que huele a duda en Cracovia y estaremos abiertas a todos los nuevos olores que encontremos en el camino.

Yo espero ser el perfume de los sueños, de las historias bien contadas, de las risas y de los abrazos a media luz. Tengo las expectativas muy altas, y aún así, creo que se quedan por los suelos ya que nos queda mucho por vivir.

Au revoir, ya saben... Feliz vuelo.