viernes, 14 de noviembre de 2008

ESPIRAL

Por un segundo se fugó la melodramática inspiración en la que estaba ahogada y se me dibujó una sonrisa en la cara. Pero simplemente eso, un segundo. Más tarde, una respuesta contundente me hizo volver al sucio asfalto y, como un tren de alta velocidad, aleja cualquier signo de felicidad escondida bajo la máscara de felicidad eterna.

No se puede dar todo por hecho, ni suponer, ni imaginar. Dicen que los hombres también lloran, pues bien, la gente como yo lo hacemos también. Y estoy harta de gritar con lágrimas y de dejar la felicidad en un mero intento fallido.

Y me ahogo pensando que la espiral que me envuelve cada vez me arrastra a su núcleo con más fuerza, con una conmovedora e irretenible fuerza.

Algún día lo superaré, miraré atrás y me reiré de tanto sueño roto. Algún día me libraré de su poder y no seré etérea. Seré yo misma: empezaré comprándome un gran anillo de oro para pegar puñetazos a los malos sueños y a las noches en vela.

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