martes, 23 de marzo de 2010

Caramelo

Sonreía mientras me escondía en la última mesa de aquel céntrico bar. Pensaba que si bebía, borraría los maravillosos pensamientos que tenía de ti. Error. Cada caricia se hacía más intensa según iba acumulando limones y sal en la mesa. No había sido buena idea, aunque en el fondo, lo estaba pasando bien.

El camarero se acercó un par de veces a preguntarme: ¿Está usted bien, señorita?. Sería por la cara de bobalicona enamorada que se incrementaba a medida que me acababa la botella de tequila. Él debía saber de esto, era mejicano, creo recordar, y habrá tenido alguna que otra experiencia como la mía. A pesar de la magnitud de mi borrachera le contesté dignamente: Estoy perfectamente, gracias. Y él se fue, tan incrédulo como preocupado por ver a una veinteañera sola, con problemas de más y con una cuenta que aumentaba por minuto.

Lo que él no sabía era que estaba acompañada. Porque dentro de mí estabas tú. Machacándome o haciéndome feliz. Según como sentara el chupito. Estaban tus miradas, tan claras y constantes y tu rutina al saludarme. Preciosa me llamaste alguna vez, o quizás me lo estuviera inventando. En ese momento no sabía distinguir la realidad de la ficción ni de mi capacidad inventiva. No recordaba si te acercaste y me hablaste de un mundo lleno de luces en el cual bailábamos y éramos un poco más felices. También puede ser que todo fuese fruto del alcoholismo del momento y en realidad no existías. O puede que sí y yo te estuviera forjando una personalidad diferente.


Mirado desde aquella perspectiva, todo parecía real. El objeto de deseo se mostraba francamente fácil. Todo era cuestión de tiempo, pensaba yo. Ahora, después de unos años y una carga de madurez emocional importante me doy cuenta de que todo procedía de una imaginación repleta de sentimientos. Y una vez más me río de mis historias adolescentes y pretendo buscarles la pequeña parte de realidad que se escondía en ellas. Y lo único que he encontrado a lo largo de estos años han sido mis sentimientos, lo demás era pura fantasía.

1 comentario:

Trafalgar dijo...

La adolescencia es una época de desarrollo de la experiencia. Siempre es bueno recordarla.