miércoles, 16 de noviembre de 2011

SurRealismo cotidiano

Suena la horrible alarma al menos 4 veces antes de que gane la batalla. La lucha ha sido piel con piel contra el sueño. Me ganó los tres primeros asaltos, pero consigo recomponerme. A orgullosa no me gana nadie.
Me preparo un desayuno emborronado. Miro a un punto fijo e ingiero porque me han programado cual autómata. Decido dejar la mente en blanco. Agradezco que caiga el agua de la ducha y la erosione, dándole la forma adecuada para empezar el día.
Me miro al espejo. Los excesos pasan factura. Y yo pago como puedo: con mi escasa pensión y el optimismo enterrado.
Ando al metro. Leo para no ver más. Hoy los golpes del sueño me duelen, y me hacen más asocial que nunca. Me sumerjo gratamente en tu historia: "Lo que podríamos haber sido..."
Salgo del metro y odio a la gente. Van vestidos de invierno y de verano. Sin punto medio. Yo exhalo calor, y me gusta la gente caliente.
Pi, pi, piii "Son las 11, una hora menos en Canarias".
Pi, pi, piii "Es la 1, medio día en Canarias".
Vuelvo al metro. Con las heridas curadas y observando más.
Sueños gastronómicos. Invento y dejo volar la imaginación. Después un té, esa pócima que borra por competo las cicatrices del sueño.
Vuelta al metro. Vuelta a la inmersión: "... si no fuéramos tú y yo".
Pasa por mi lado un chico con rosas, serán para una chica desconocida. Yo invento historias mientras subo escaleras y oigo muchos "¡oh!" contenidos. Deseos evaporados y sueños recordados por un instante.
Historia del periodismo y mutismo por su parte. Me mudo a otro planeta, ya no soporto el dolor.
Vuelta al hogar. Lección aprendida: ni siquiera sabemos qué es sentirse mal.
Pastillas para no soñar, para no vivir. Para olvidar miradas perdidas en el vacío. Y el intento de dormir, una noche al menos. Sin pesadillas. Para mañana levantarme pletórica y no tener que subir al ring.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Deseo

No sé por qué, pero por estas fechas siempre ando algo más inspirada que lo que suele ser habitual. Algo menos seca. Será que alguien me ha regado, o que la lluvia me ha calado hasta los huesos.

Ayer me di cuenta de que mi corazón no es normal. Y lo agradezco, ya que si no me consideraría una completa simpleza. Mi corazón late en el cuello. En la nuca. Y late muy fuerte. Yo creía que estaba parado, que alguna pieza no encajaba o se había perdido, y el problema no era ese. Es que lo buscaba donde no estaba: En el pecho.

Sólo tenía que buscar más allá. La motivación, el arte. Y lo encontré, como si una bonita magia blanca lo hubiera hecho aparecer. Y estoy encantada.

Deseo, deseo, deseo. El título del post, y lo que me envuelve últimamente. El deseo por todo. Un deseo fugaz, furtivo. Una ambición inestimable por tenerlo absolutamente todo. De ti. O de mi.

Y como ahora te he encontrado, corazón, puedo oírte mejor porque te tengo más cerca. Deja de llamarme, que ya te veo. Abrázame un poco, imagina que hace frío.

jueves, 20 de octubre de 2011

Cinco


Escrito el día 5 de Octubre de 2011, en la ciudad del Moldava.

En Praga parece un día normal. Amanece más gris, más triste, pero normal al fin y al cabo. En el fondo del alma, nada es igual. Hay un remolino de recuerdos, de besos no dados, de enseñanzas perdidas en la inmensidad del mundo. Y está también el sentimiento de extrañeza. El querer tenerte a cada hora. La necesidad de abrazarte, de tocarte, pero sobre todo de hablarte. Y que me cuentes cómo estás, si conseguiste dejar de sufrir. Si por fin, una vez liberado de las cadenas del cuerpo, puedes maravillar con tu fantástica mente. Y prefiero pensar que sí, que estás mejor ahora. Y quiero dejar el egoísmo a un lado, y dejarte en tu descanso. Pero a veces, soy irracional. Soy humana, y te necesito tanto que ni las fuerzas más potentes pueden pararme. Pero me callo, espero que el universo conspire en silencio y nos encontremos en algún lugar de la mente, en un cielo inventado o entre la naturaleza.
Pero hoy en Praga parece un día normal. Y no quiero que eso cambie.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Interrail

Por fin ha llegado el momento. Sí, ha sido un sprint final algo agotador por las circunstancias, la falta de tiempo y la oleada de prisas. Pero todo llega, y ya te tenemos a la vuelta de la esquina.

Estaba deseando vivirte desde hace siglos. Envidiaba a todo aquel que había podido disfrutarte y siempre pensaba tontamente: "algún día me tocará a mí". Y parece ser, que aunque quedan pocas esperanzas, los sueños siguen cumpliéndose. Y aquí estoy, a unas horas de partir, con la ilusión desmesurada de las nuevas ocasiones y con las libretas en blanco para rellenarlas de experiencias y fantasía.

Conocer Europa y etiquetar cada ciudad con un nombre distinto, pensar en todo lo que dejo en España y encontrarme a mí misma en rincones mágicos de los pueblos o en tiendas de segunda mano, son mis objetivos. Pero lo mejor, sin duda, es la fragancia de la compañía: Con la base de la confianza, las buenas intenciones y la amistad. Un toque de locura trascendental, filosofía y romanticismo. Parece que va a oler bien.

No olvido los perfumes que recogeremos en el camino: El formado por sonrisas, con sutiles toques de realismo, positivismo y una gran dosis de cariño, con el que nos rociaremos en Bélgica. O el creado por la lógica aplastante, eclipsada por la intensa literatura y los acordes de mi canción favorita que esperemos encontrarnos perfumando el ambiente de Berlín. También recogeremos uno que huele a duda en Cracovia y estaremos abiertas a todos los nuevos olores que encontremos en el camino.

Yo espero ser el perfume de los sueños, de las historias bien contadas, de las risas y de los abrazos a media luz. Tengo las expectativas muy altas, y aún así, creo que se quedan por los suelos ya que nos queda mucho por vivir.

Au revoir, ya saben... Feliz vuelo.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Periodismo

Tras un día de conversaciones bonitas donde el periodismo es la clave, me he dado cuenta de algo. Hay muchas historias buenas que contar, palabras inmersas de dudas que cobran sentido con la imagen de la tragedia superada. Siento tranquilidad por saber que no estaba tan equivocada. Que si no se puede cambiar el mundo, sí podemos cambiar nuestro alrededor.

Sonrisas, complicidad, simpatía. Un ego deslumbrante, un abrazo continuo. La oscuridad se vuelve gris, nos atrapa, nos hace soñar de nuevo. La fe vuelve a ser un habitante de nuestro mundo, después de darla tanto tiempo por muerta. Incluso es vecina, grata casualidad podríamos decir. Y los sabores dulces, el almíbar encontrado en cada poro. Como helado de fresa, gelatina hecha de un material indestructible.

Gracias, tendría que decir. Por hacerme sentir amor por lo que hago. Por recordarme a un Larra inaugurando una profesión fantástica. Por haber sabido elegir. Por cada historia que he contado y contaré. Por la lucha constante. Por la alegría.

La profesión más bonita del mundo no se merece que siga enfadada con ella.

martes, 16 de agosto de 2011

Llevo tiempo sin escribir. Tengo tanto que decir y no he dicho, tantos sentimientos ocultos, que parece que una losa de piedra hubiera caído entre ellos y mi capacidad de comunicarme. Y por más que lo intento no sale nada de provecho. Porque todo sigue escondido en algún rincón del alma. Remoloneando y sin querer salir. Y necesito estirar del brazo de esos sentimientos, zarandearlos y sacarlos a la luz, porque desde su escondrijo lo único que consiguen es erosionarme, dañarme y hacerme más y más fría a la par que vulnerable.

Incluso hacen cada vez más difícil el contacto con otros seres humanos. Me convierten en complicada y en una persona completamente pasiva. A la espera de una chispa que les haga saltar por los aires, y la pasión, y la fuerza vuelvan repentinamente regalándome más momentos cálidos que dejen a un lado los golpes y las bombas.

Sólo deseo que acabe la guerra. Está empezando a ser insufrible.

viernes, 22 de julio de 2011

Explosión aparcada

Hace un tiempo que no me encuentro. Ni sola, ni acompañada. Ni contigo, ni sin ti. Estoy viviendo a cientos de kilómetros por hora, y ni sospecho lo que me encontraré cuando tome la curva.

Necesito tranquilidad. Irme a una isla desierta. Hablar con la mente o con los ojos. Sonreír.