Me la sudan los problemas del amor, los ires y venires de las estrellas fugaces ebrias a medianoche.
No me importan las personas superficiales e ineptas que sólo piensan en cosas absurdas.
Me la sudan las incorrecciones gramaticales, el "ni contigo ni sin ti" y las copas de vino a medias.
No pienso en la nostalgia, los encuentros, las lágrimas que no valen nada.
Olvido estar bien y no estarlo como olvido si paso un año al margen de mi vida.
Me da igual levantarme abrazando una almohada y que te marches sin darme un beso.
Y qué si tengo el corazón a la izquierda o a la derecha, si late, me va bien.
No pongo pegas si la cerveza no tiene espuma o si no me saben escalfar la sidra.
No me importa tener frío y no tener con qué taparme.
Me la suda estar sola, en crisis y viajar en patera por paraísos artificiales.
Y también me la sudan los putos vicios del corazón, sus putas manías y la gilipollez del romanticismo. Tan absurdo como una tarde de domingo sin retiro ni periódico. Sin sesiones de fotos esperpénticas ni vidas partidas por la mitad por cuestiones más importantes que cualquier falto de pago.
Zaguanes desnudos, como nuestras vidas tan vacías de principios como de ropa.
El fin del mundo se aproxima con una velocidad superior a la de la luz y arderemos a unos grados kelvin tan innombrables como imposibles en la Tierra.
"Siempre seríamos dos fugitivos cabalgando a lomos de un libro, dispuestos a escaparse a través de mundos de ficción y sueños de segunda mano."
martes, 9 de febrero de 2010
jueves, 28 de enero de 2010
Más
Doy vueltas en mi habitáculo de 2x2 buscando la forma de ser feliz. Planeo sobre un colchón de dudas y si me caigo, me pierdo. Necesito girar 360º y probar cada uno de los ángulos hasta volver al origen de la matemática pura.
No encuentro la nube que me sirva de apoyo, sólo borrascas y tormentas intangibles. Pero esta vez, sorprendentemente, me sostiene un hilo vertical de estabilidad y fortaleza que me permite andar muy erguida y con la cabeza bien alta.
Por no tener, no tengo ni de qué arrepentirme y sospecho que pronto todo cambiará. Aunque aún siento una ligera envidia por los que vuelan a la velocidad del sonido, me conformo con una caída libre desde la estratosfera.
No encuentro la nube que me sirva de apoyo, sólo borrascas y tormentas intangibles. Pero esta vez, sorprendentemente, me sostiene un hilo vertical de estabilidad y fortaleza que me permite andar muy erguida y con la cabeza bien alta.
Por no tener, no tengo ni de qué arrepentirme y sospecho que pronto todo cambiará. Aunque aún siento una ligera envidia por los que vuelan a la velocidad del sonido, me conformo con una caída libre desde la estratosfera.
domingo, 24 de enero de 2010
Sweet
Siempre he amado como suena esta palabra: "sweet". Y siempre he tenido el consuelo que alguna vez en mi vida, mejor antes que después, la utilizaría para definir mi estado psicológico, sentimental y físico. Pero a medida que pasa el tiempo descubro que el dulce no tiene cabida en mi vida en ninguno de los sentidos que se le quiera dar.
Me preocupa la felicidad neutra. Tanto, que si le dedico unos minutos, acabaría pensando en el sentido que tiene vivirla.
Pero la apatía todavía gana la batalla.
Ahí queda. Yo por ahora, prefiero preocuparme de cosas importantes como tirarme en una playa desierta y dibujar soles con protector solar. Necesito metadona, tengo mono de verano.
Y de ti.
P.D. El otro día me hizo llorar amargamente una cebolla traidora. Entre éstas y los duendes se está arruinando mi vida.
Me preocupa la felicidad neutra. Tanto, que si le dedico unos minutos, acabaría pensando en el sentido que tiene vivirla.
Pero la apatía todavía gana la batalla.
Ahí queda. Yo por ahora, prefiero preocuparme de cosas importantes como tirarme en una playa desierta y dibujar soles con protector solar. Necesito metadona, tengo mono de verano.
Y de ti.
P.D. El otro día me hizo llorar amargamente una cebolla traidora. Entre éstas y los duendes se está arruinando mi vida.
martes, 22 de diciembre de 2009
Viaje astral
No sé muy bien si es un sueño o se trata de la realidad.
Estaba sentada, a las 12:37 en el suelo de una ciudad con poco de universitaria y mucho de navideña. Llevaba sin dormir 48 horas y me intentaba comer un sandwich mixto que a lo que menos sabía era a sandwich. Estaba frío y le faltaba sustancia. Meditaba callada sobre la noche anterior. Estaba acompañada de dos de mis compañeros favoritos de fatigas (del querer y no querer), de fantasmas del pasado y alguna que otra musa inspiradora.
Mirábamos en silencio como las pocas hojas que les quedaba a los árboles bailaban al compás de un vals marcado por el viento. Observábamos los restos de una sorprendente nevada y el cielo nuboso y lluvioso.
Nuestra mente trabajaba frenéticamente intentando recordar qué había pasado aquella noche. Las neuronas sólo recibían imágenes sueltas de una velada un tanto catastrófica. Bailábamos entre guitarras, rubias y más rubias, algún que otro chupito y rock de fondo. "Ha sido estupendo", pensamos.
Nos levantamos y miramos al infinito. El horizonte quebrado por un campo de rugby con algún que otro valiente pateando un balón.
Nos miramos extrañados: "Todo había sido real".
Estaba sentada, a las 12:37 en el suelo de una ciudad con poco de universitaria y mucho de navideña. Llevaba sin dormir 48 horas y me intentaba comer un sandwich mixto que a lo que menos sabía era a sandwich. Estaba frío y le faltaba sustancia. Meditaba callada sobre la noche anterior. Estaba acompañada de dos de mis compañeros favoritos de fatigas (del querer y no querer), de fantasmas del pasado y alguna que otra musa inspiradora.
Mirábamos en silencio como las pocas hojas que les quedaba a los árboles bailaban al compás de un vals marcado por el viento. Observábamos los restos de una sorprendente nevada y el cielo nuboso y lluvioso.
Nuestra mente trabajaba frenéticamente intentando recordar qué había pasado aquella noche. Las neuronas sólo recibían imágenes sueltas de una velada un tanto catastrófica. Bailábamos entre guitarras, rubias y más rubias, algún que otro chupito y rock de fondo. "Ha sido estupendo", pensamos.
Nos levantamos y miramos al infinito. El horizonte quebrado por un campo de rugby con algún que otro valiente pateando un balón.
Nos miramos extrañados: "Todo había sido real".
lunes, 16 de noviembre de 2009
Dando más vueltas de la cuenta
Andaba por el supermercado, sumergida en mi atormentada mente y buscando alguna excusa barata para poder comprar. Pero no. Ni excusas ni nada. Todo se sale de mi presupuesto. Yo no soy quien tiene conversaciones con Cupido, ni quien a las 3 de la mañana se acuerda de ti. Nunca he sido muy buena persona, aunque a día de hoy, creo que se me ha pegado algo de mucha gente y considero que he mejorado en muchos aspectos. Pero sigo sin tener dinero para comprar excusas.
Estoy más cansada que de costumbre, y dudo si es por mi exterior o por mi interior. Son luchas constantes y sin quererlo pierdo las fuerzas. No entiendo los sentimientos, y muchas veces soy algo psicópata. Me acuerdo cuando mirábamos las estrellas con unos quince años encima. Creyéndonos el primer amor. Tal para cual.
Ahora todo es diferente. En Madrid no hay estrellas que mirar, aunque hay lunas muy luminosas. Hay veces que quiero que respires mi aire y me dejes sin aliento. Otras, necesito mi espacio vital para sobrellevar el peso de la maldita vida. Sola puedo con todo.
Es curioso, pero una frase escrita en la puerta de un baño sucio de un bar en pleno centro se ha convertido en un resumen de mis días. Sustituiré esta semana mi filosofía de vida por la siguiente: El que quiere busca medios. El que no, busca excusas.
Estoy más cansada que de costumbre, y dudo si es por mi exterior o por mi interior. Son luchas constantes y sin quererlo pierdo las fuerzas. No entiendo los sentimientos, y muchas veces soy algo psicópata. Me acuerdo cuando mirábamos las estrellas con unos quince años encima. Creyéndonos el primer amor. Tal para cual.
Ahora todo es diferente. En Madrid no hay estrellas que mirar, aunque hay lunas muy luminosas. Hay veces que quiero que respires mi aire y me dejes sin aliento. Otras, necesito mi espacio vital para sobrellevar el peso de la maldita vida. Sola puedo con todo.
Es curioso, pero una frase escrita en la puerta de un baño sucio de un bar en pleno centro se ha convertido en un resumen de mis días. Sustituiré esta semana mi filosofía de vida por la siguiente: El que quiere busca medios. El que no, busca excusas.
jueves, 5 de noviembre de 2009
He de decir que nunca he sido fan de las sorpresas. Se escapaban de mi estricto y controlador esquema mental. Pero me he dado cuenta a lo largo de estos intensos años de madurez, que en la vida todo cambia, nada se mantiene, y yo soy el ejemplo de ello.
Encontrar a todos mis amigos reunidos, cantando el cumpleaños feliz delante de una terraza llena de gente, me pareció increíble. Pasé la vergüenza de mi vida, eso sí, pero fue increíble. Lo mejor de todo es que me creo espabilada y no me di cuenta de nada. Iba con mi depresión por la vida sin darme cuenta que es lo que crecía a mi alrededor.
Las 16 personas con más calidad que podría conocer me hicieron el mejor regalo, su presencia. Sólo puedo estar agradecida, por aguantarme y celebrarme. Por ser como son, tan diferentes y tan iguales a mí. Por hacerme ver la luna en una racha donde estaba tapada por las nubes. Os quiero y me voy a dedicar enormemente a haceros felices. Porque vosotros me hacéis a mí.
Ana.
Encontrar a todos mis amigos reunidos, cantando el cumpleaños feliz delante de una terraza llena de gente, me pareció increíble. Pasé la vergüenza de mi vida, eso sí, pero fue increíble. Lo mejor de todo es que me creo espabilada y no me di cuenta de nada. Iba con mi depresión por la vida sin darme cuenta que es lo que crecía a mi alrededor.
Las 16 personas con más calidad que podría conocer me hicieron el mejor regalo, su presencia. Sólo puedo estar agradecida, por aguantarme y celebrarme. Por ser como son, tan diferentes y tan iguales a mí. Por hacerme ver la luna en una racha donde estaba tapada por las nubes. Os quiero y me voy a dedicar enormemente a haceros felices. Porque vosotros me hacéis a mí.
Ana.
domingo, 1 de noviembre de 2009
Injustificado
Miré para atrás y te vi con la mirada más eterna que jamás había observado. Llena de tristeza, eso sí. Me dolía seguir andando sin poder abrazarte y consolarte. Pero es irónico que evapore el malestar el causante de él. Por lo tanto continué caminando por aquel paseo lleno de árboles. En otro momento, me hubiese parecido la postal más hermosa, pero entonces sangraba la vida.
Intenté no volver a pensarlo. Intenté no imaginarte tan sola y tan herida. Me daba miedo. Pero siempre he sido así, demasiado libertino. Me lo solía decir mi madre cada vez que largaba a alguna: "Cada uno recibe lo que da". Y razón no le faltaba. Porque ahí estaba yo, recuperando una libertad que ya no quería. Porque esta vez eras tú. Diferente como ninguna. La más mágica de todas. Y pesaba cada paso. Me alejaba cada segundo.
Fue el minuto más largo. Supe que necesitaba enjaularme de nuevo, porque ya no sabía volar. Me faltaban las alas, y esta vez las tenías tú. Me di la vuelta de nuevo y mientras observaba como te alejabas eché a correr hacia ti. Porque mañana era hoy.
Intenté no volver a pensarlo. Intenté no imaginarte tan sola y tan herida. Me daba miedo. Pero siempre he sido así, demasiado libertino. Me lo solía decir mi madre cada vez que largaba a alguna: "Cada uno recibe lo que da". Y razón no le faltaba. Porque ahí estaba yo, recuperando una libertad que ya no quería. Porque esta vez eras tú. Diferente como ninguna. La más mágica de todas. Y pesaba cada paso. Me alejaba cada segundo.
Fue el minuto más largo. Supe que necesitaba enjaularme de nuevo, porque ya no sabía volar. Me faltaban las alas, y esta vez las tenías tú. Me di la vuelta de nuevo y mientras observaba como te alejabas eché a correr hacia ti. Porque mañana era hoy.
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