Durante una temporada he estado algo perdida. Viviendo en un universo algo paralelo, que por desgracia, no era el universo de los tios buenos en el que me gustaría vivir, sino algo mucho más dramático y patológico.
Hoy, aunque aún perdida, he visto un ligero reflejo y he respirado con algo más de libertad. Quizás siga a la espera de mi estoicismo y por ello siga sufriendo. O quizás tanta ataraxia es lo que me ha llevado a este punto irreflexivo y patético que no me permite andar hacia delante y tampoco volver hacia atrás.
Demasiadas historias, creo suponer. A veces, como dijiste, parece Almodóvar el que escribe cada párrafo de mi vida. Otras veces, parezco algo más un melodrama romántico de Walt Disney. Quizás Cenicienta. Pues a ver si encuentro mi zapato, o me lo traes tú en una calabaza gigante.
Sí, definitivamente eres lo que necesito. Hoy, y quizás ayer, pero no sabía verte. No sabía o no podía porque estaba demasiado ciega mirando al primer árbol que me crucé.
Espero que vuestra vida se arregle. Espero que seáis muy felices y supongo que puedo ofreceros mi apoyo, y en momentos de tensión mi ayuda. No me gustan los finales tristes, prefiero llorar de alegría. Y es que la vida son caminos, procuremos escoger los menos tortuosos. Elijamos los que están repletos de flores. Destronemos a Ares y sigamos a Atenea. Y sigo suponiendo que no es fácil dejarte atrás.
Vaya hervidero de ideas absurdas. De tanto suponer, me entró hambre.
"Siempre seríamos dos fugitivos cabalgando a lomos de un libro, dispuestos a escaparse a través de mundos de ficción y sueños de segunda mano."
domingo, 29 de marzo de 2009
jueves, 19 de marzo de 2009
Jazz
Siento que no sé ni expresar con palabras el malestar psíquico por sentirme identificada con Horacio. Esa puta similitud y el egocentrismo que me matan.
Ya me gustaría ser la Maga y ser buscada por un hombre como él. De los que te dibujan una boca distinta cada vez que te besan. Y de los que te reinventan una y otra vez para no aburrise de tus escasas virtudes.
Pero no. Ni soy la Maga ni lo seré. Ni pasearé por las calles de París esperando encontrarte por casualidad. Ni me asomaré a los puentes de Sena, ni te veré reflejado al lado de la luna.
Ingiero grandes cantidades de cerveza para encontarme en la situación. En un café bohemio con tertulias sobre la literatura. Pero, ¿es literatura? o ¿es realidad? Ficción de soledad misántropa.
Jazz y la conversación interminable.
Ya me gustaría ser la Maga y ser buscada por un hombre como él. De los que te dibujan una boca distinta cada vez que te besan. Y de los que te reinventan una y otra vez para no aburrise de tus escasas virtudes.
Pero no. Ni soy la Maga ni lo seré. Ni pasearé por las calles de París esperando encontrarte por casualidad. Ni me asomaré a los puentes de Sena, ni te veré reflejado al lado de la luna.
Ingiero grandes cantidades de cerveza para encontarme en la situación. En un café bohemio con tertulias sobre la literatura. Pero, ¿es literatura? o ¿es realidad? Ficción de soledad misántropa.
Jazz y la conversación interminable.
martes, 17 de marzo de 2009
¿Qué significa seguir?
Todo está bien. Está sujeto con material frágil, pero equilibrado.
Baamm...
No podemos sujetar nuestra ilusión con pinzas o nuestra vida con un clip. Debemos agarrarla con fuerza para que no se nos escape. Pisar el suelo con pies de plomo. No volar, o esperar amor a cambio de nada. Hay veces que se vive con una ilusión desmesurada y de pronto... explosión. De rabia, de odio.
Pero lo peor no es eso, claramente. Lo peor es la indiferencia, el vacío, el desengaño. Qué ingenua... y yo que pensaba que el cielo era bonito y las nubes negras nunca volverían a tapar el sol.
Así aprendemos. Que las sonrisas suelen ser fingidas, que el amor es de papel y que la ilusión no sirve para nada que no sea precipitarte más rápidamente por un abismo infinito.
Nunca nos acostamos sin haber aprendido algo nuevo.
Baamm...
No podemos sujetar nuestra ilusión con pinzas o nuestra vida con un clip. Debemos agarrarla con fuerza para que no se nos escape. Pisar el suelo con pies de plomo. No volar, o esperar amor a cambio de nada. Hay veces que se vive con una ilusión desmesurada y de pronto... explosión. De rabia, de odio.
Pero lo peor no es eso, claramente. Lo peor es la indiferencia, el vacío, el desengaño. Qué ingenua... y yo que pensaba que el cielo era bonito y las nubes negras nunca volverían a tapar el sol.
Así aprendemos. Que las sonrisas suelen ser fingidas, que el amor es de papel y que la ilusión no sirve para nada que no sea precipitarte más rápidamente por un abismo infinito.
Nunca nos acostamos sin haber aprendido algo nuevo.
viernes, 27 de febrero de 2009
Dolor
Un día pensé, que después de eso lo soportaría todo. Que el dolor no podía hacer mella en mi no tan vulnerable cuerpo. Y que el miedo, que no me dejaba hablar ni respirar, se había ido para siempre.
Pero el dolor nunca es suficiente. Y cuando crees que puedes soportarlo todo, vuelve. Para recordarte que es mejor aferrarse a una piedra puntiaguda que dejarse caer. Y que una vez que caes, es demasiado tarde.
Y me arrepiento de haber perdido la fe en todo lo que me rodea y no poder ni tan siquiera pedir ayuda. Me arrepiento de cada día que paso contigo sin decirte que te quiero y que te admiro más que a nadie.
Creía que no lo volvería a sentir y ha vuelto. Me siento levitando entre espuma de sangre y no logro alzar la cabeza para no ahogarme en un cúmulo de mentiras. Y cuando sé la verdad, preferiría haber muerto ahogada.
Y es que es inevitable sentir que se me escapan los segundos y nada ni nadie puede ayudarme. Es inevitable rozar cada milésima pensando en tí.
Creo que no puedo volver a aguantarlo. Siento, que si aguanto un poco más, perderé el control de mi propia mente. Porque no puedo volver a ver esos pasillos infinitos, ni me puedo dejar abatir por el gris que inunda todo.
Pero sostengo la cabeza alta y finjo que no pasa nada.
Siempre he sido fuerte, y hoy no va a ser menos.
Pero el dolor nunca es suficiente. Y cuando crees que puedes soportarlo todo, vuelve. Para recordarte que es mejor aferrarse a una piedra puntiaguda que dejarse caer. Y que una vez que caes, es demasiado tarde.
Y me arrepiento de haber perdido la fe en todo lo que me rodea y no poder ni tan siquiera pedir ayuda. Me arrepiento de cada día que paso contigo sin decirte que te quiero y que te admiro más que a nadie.
Creía que no lo volvería a sentir y ha vuelto. Me siento levitando entre espuma de sangre y no logro alzar la cabeza para no ahogarme en un cúmulo de mentiras. Y cuando sé la verdad, preferiría haber muerto ahogada.
Y es que es inevitable sentir que se me escapan los segundos y nada ni nadie puede ayudarme. Es inevitable rozar cada milésima pensando en tí.
Creo que no puedo volver a aguantarlo. Siento, que si aguanto un poco más, perderé el control de mi propia mente. Porque no puedo volver a ver esos pasillos infinitos, ni me puedo dejar abatir por el gris que inunda todo.
Pero sostengo la cabeza alta y finjo que no pasa nada.
Siempre he sido fuerte, y hoy no va a ser menos.
jueves, 26 de febrero de 2009
Claramente narcotizada
No sé muy bien que me está pasando. Estoy triste, si se puede llamar así. Sensible, llorosa y claramente narcotizada. Supongo que sé que no soy la que era. Me duele conocerte tan bien, que me matas. Y por si fuera poco el mundo de la noche no es ningún misterio para mí. Los conozco todos: todos los bares y moteles de carretera.
Conozco demasiadas cosas que desearía no conocer. Imagino, escapo, me evado de un mundo que no quiero ver. Pero lo veo, y me clava puñales de odio cada mísero segundo. Y vuelta a las andadas, y a sufrir un poco más.
No cabía en mí más pasión. Éramos tan diferentes. Tenías el pelo largo, o así apareces en mis sueños. Ya no confío ni en ellos, ni en tí. Porque me habéis dejado tirada tantas veces al lado de contenedores quemados y ratas callejeras, que a veces deseo que no existáis. Porque no soy yo. Porque lo que me consume no me hace más fuerte. Odio tener secretos y no poder compartirlos. Y cuando despierto, oliendo a alcohol de alta graduación y a cualquier tipo de sustancia, lo primero que pienso es en tí. Detrás del martilleo de mi cabeza, te vuelvo a ver como el primer día.
Creo que me estoy matando, y no consigo controlar todas las emociones y sobresaltos. Ya no sé ni organizar las llaves del hotel. Porque me evado y no soy yo, NO SOY YO. Por más que lo intente me dejé atrás una gran parte de tí. La que me cuidaba. Ahora soy sólo mar, un mar muerto esperando hacerte flotar.
Y vuelves, te veo y te hago callar. Porque no nos conocemos. Me desato y me escapo, por el laberinto que creamos juntos. Y ya no hay marcha atrás, porque me rozas y me muero.
Y tú me ves, reflejada en las luces de neón y piensas que me conoces. Crees que en un viaje me iré y te pediré favores. Prefiero dormir en la calle, sin cafés calientes ni brazos confortables. Porque como siempre me decías, cada uno escoge su camino. Y el mío es la angustia, y así no soy feliz.
Ya no me dueles. Aunque te siento. Te huelo, y te escucho.
Desearé que seas el fin. Desearé que seas mi fin.
Conozco demasiadas cosas que desearía no conocer. Imagino, escapo, me evado de un mundo que no quiero ver. Pero lo veo, y me clava puñales de odio cada mísero segundo. Y vuelta a las andadas, y a sufrir un poco más.
No cabía en mí más pasión. Éramos tan diferentes. Tenías el pelo largo, o así apareces en mis sueños. Ya no confío ni en ellos, ni en tí. Porque me habéis dejado tirada tantas veces al lado de contenedores quemados y ratas callejeras, que a veces deseo que no existáis. Porque no soy yo. Porque lo que me consume no me hace más fuerte. Odio tener secretos y no poder compartirlos. Y cuando despierto, oliendo a alcohol de alta graduación y a cualquier tipo de sustancia, lo primero que pienso es en tí. Detrás del martilleo de mi cabeza, te vuelvo a ver como el primer día.
Creo que me estoy matando, y no consigo controlar todas las emociones y sobresaltos. Ya no sé ni organizar las llaves del hotel. Porque me evado y no soy yo, NO SOY YO. Por más que lo intente me dejé atrás una gran parte de tí. La que me cuidaba. Ahora soy sólo mar, un mar muerto esperando hacerte flotar.
Y vuelves, te veo y te hago callar. Porque no nos conocemos. Me desato y me escapo, por el laberinto que creamos juntos. Y ya no hay marcha atrás, porque me rozas y me muero.
Y tú me ves, reflejada en las luces de neón y piensas que me conoces. Crees que en un viaje me iré y te pediré favores. Prefiero dormir en la calle, sin cafés calientes ni brazos confortables. Porque como siempre me decías, cada uno escoge su camino. Y el mío es la angustia, y así no soy feliz.
Ya no me dueles. Aunque te siento. Te huelo, y te escucho.
Desearé que seas el fin. Desearé que seas mi fin.
miércoles, 25 de febrero de 2009
Colores
Hoy estoy realmente emocionada. Será por la banda sonora, supongo.
Me he levantado viéndolo todo negro, muy negro. Tan negro que era complicado diferenciarte entre mis sábanas. Por eso decidí darle un matiz blanco, olvidando que la mezcla da gris, y no me gusta demasiado.
Una vez, haciendo un proyecto de tecnología me pasó algo parecido, pero le puse estrellitas de purpurina y le dio otro aire. Hoy he intentado hacer lo mismo, rellenar mi vida con estrellas: estrellas de purpurina de todos los colores. Y lo he conseguido. Por eso parece que sonrío con una frecuencia de 5 segundos y olvido más de 100 veces al día que te necesito.
Es impactante. A mí siempre me ha gustado la mezcla de colores.
http://www.youtube.com/watch?v=nVdCZk-JrjY
Me he levantado viéndolo todo negro, muy negro. Tan negro que era complicado diferenciarte entre mis sábanas. Por eso decidí darle un matiz blanco, olvidando que la mezcla da gris, y no me gusta demasiado.
Una vez, haciendo un proyecto de tecnología me pasó algo parecido, pero le puse estrellitas de purpurina y le dio otro aire. Hoy he intentado hacer lo mismo, rellenar mi vida con estrellas: estrellas de purpurina de todos los colores. Y lo he conseguido. Por eso parece que sonrío con una frecuencia de 5 segundos y olvido más de 100 veces al día que te necesito.
Es impactante. A mí siempre me ha gustado la mezcla de colores.
http://www.youtube.com/watch?v=nVdCZk-JrjY
martes, 10 de febrero de 2009
Arte
Entramos sigilosamente para no despertar a Dante, su gato, que dormía cerca de un intento de radiador. Entramos despacio y sin tocarnos, porque sólo éramos amigos, y no podíamos sucumbir al desmadre de las pasiones dejándolas volar por todo el ático.
Era tanto su casa, como su estudio. O quizás era más su estudio que su casa, porque había cama, sí, pero estaba repleta de bocetos de mujeres sin cara. Cuerpos desnudos entregados, sin una mueca que reconocer en esa lánguida esfera.
No había paredes, había plenitud en el vacío. Sólo una habitación, un pequeño cuarto de baño, donde se aseaba cuando no tenía nada mejor que hacer. Porque era un bohemio, sí, de los buenos.
- Come lo que quieras - me dijo entre susurros - en el frigorífico encontrarás algo.
Pensé que lo único que quería comerme era a él, en un banquete desenfrenado, pero me contuve. Fui a la cocina y me reí. Dante pegó un salto y se dirigió al sofá mirándome con inseguridad. Vale, fue más que una risa, una carcajada, pero inevitable, sin duda. Lo que me encontré en la cocina me reafirmó en la convicción que tenía de que sin duda mi amigo, era un bohemio encantador. Ceniceros repletos, de colillas y punta de lápiz. De esa que huele tan bien y te transporta a primero de primaria, cuando trazas tu primer abecedario. También había café, mucho café por todos sitios. Café vertido en la encimera, café en la cafetera, café en tazas semivacías, café en el comedor de Dante.Por todos sitios. En el frigorífico encontré un paisaje no menos gracioso a la par que desolador. Cervezas y patatas fritas. Sí, ¡Patatas fritas! Dejé el hambre para después y me acerqué a ver sus cuadros.
Me enseñó cosas fascinantes y extraordinarias. No entendí algunos repletos de odio, pero la pasión se desbordaba en cada pincelada. Me gustó. No tenía televisión, por lo que decidimos tomarnos un par de cervezas sentados en el sofá, observando su obra y hablando de planes metafísicos de futuro. Un par de cervezas llevaron a otro par, y como no, se rompió la barrera de lo físico. Entrelazábamos nuestras manos y nos abrazábamos en la mínima oportunidad. Nuestra piel ardía, pero nuestra mente nos repetía una y otra vez, que eso era lo último que tenía que pasar.
Pero una vez más, pudo el arrebatado conjunto de sentimientos, y las fantásticas vistas que podíamos observar desde su ventana. Me llevó de la mano junto a la cama y me enseñó los bocetos de mujeres sin cara.
- ¿Porqué no tienen cara? - pregunté, no sin sentirme un poco ridícula.
- Porque todas esas mujeres es una única mujer. Con la que quiero dormir cada noche y al lado de la que quiero despertarme cada mañana. Pero no soy capaz de dibujar tanta belleza en un lienzo. No tengo el poder en las manos, ni soy el escultor de la perfección. Lo siento, pero no puedo dibujarte, eres demasiado para mis humildes trazos.
¡Oh no! No pude contenerme más, tuve que besarle, porque este poeta me tenía loca. Mi cuerpo había alcanzado tal grado de calor, que pensaba que moriría de una extraña fiebre en unos momentos. No fue así, aunque sí morí un poco. Nos abalanzamos el uno sobre el otro y caímos en la cama repleta de mujeres sin cara. Fue una lucha incansable que duró hasta que los primeros rayos de luz entraban por la ventana. Nos dormimos, exhaustos, sólo teníamos fuerzas para abrazarnos. Duró hasta que Dante se despertó y quiso dormir a nuestro lado, separando nuestros cuerpos que parecían ser un solo individuo.
Nos vestimos y tomamos café, que era lo único que sobraba en aquella casa.
Recorrimos todos los rincones queriéndonos un poco más cada instante. Me enseñó a querer sin reparos y a vivir emociones que creía olvidadas. Supongo que fue más de lo que nunca hubiera imaginado. Me sentí viva por una vez. Y me gustó sentirme acariciada por el sol que entraba por su ventana.
¡Como le quise!
Era tanto su casa, como su estudio. O quizás era más su estudio que su casa, porque había cama, sí, pero estaba repleta de bocetos de mujeres sin cara. Cuerpos desnudos entregados, sin una mueca que reconocer en esa lánguida esfera.
No había paredes, había plenitud en el vacío. Sólo una habitación, un pequeño cuarto de baño, donde se aseaba cuando no tenía nada mejor que hacer. Porque era un bohemio, sí, de los buenos.
- Come lo que quieras - me dijo entre susurros - en el frigorífico encontrarás algo.
Pensé que lo único que quería comerme era a él, en un banquete desenfrenado, pero me contuve. Fui a la cocina y me reí. Dante pegó un salto y se dirigió al sofá mirándome con inseguridad. Vale, fue más que una risa, una carcajada, pero inevitable, sin duda. Lo que me encontré en la cocina me reafirmó en la convicción que tenía de que sin duda mi amigo, era un bohemio encantador. Ceniceros repletos, de colillas y punta de lápiz. De esa que huele tan bien y te transporta a primero de primaria, cuando trazas tu primer abecedario. También había café, mucho café por todos sitios. Café vertido en la encimera, café en la cafetera, café en tazas semivacías, café en el comedor de Dante.Por todos sitios. En el frigorífico encontré un paisaje no menos gracioso a la par que desolador. Cervezas y patatas fritas. Sí, ¡Patatas fritas! Dejé el hambre para después y me acerqué a ver sus cuadros.
Me enseñó cosas fascinantes y extraordinarias. No entendí algunos repletos de odio, pero la pasión se desbordaba en cada pincelada. Me gustó. No tenía televisión, por lo que decidimos tomarnos un par de cervezas sentados en el sofá, observando su obra y hablando de planes metafísicos de futuro. Un par de cervezas llevaron a otro par, y como no, se rompió la barrera de lo físico. Entrelazábamos nuestras manos y nos abrazábamos en la mínima oportunidad. Nuestra piel ardía, pero nuestra mente nos repetía una y otra vez, que eso era lo último que tenía que pasar.
Pero una vez más, pudo el arrebatado conjunto de sentimientos, y las fantásticas vistas que podíamos observar desde su ventana. Me llevó de la mano junto a la cama y me enseñó los bocetos de mujeres sin cara.
- ¿Porqué no tienen cara? - pregunté, no sin sentirme un poco ridícula.
- Porque todas esas mujeres es una única mujer. Con la que quiero dormir cada noche y al lado de la que quiero despertarme cada mañana. Pero no soy capaz de dibujar tanta belleza en un lienzo. No tengo el poder en las manos, ni soy el escultor de la perfección. Lo siento, pero no puedo dibujarte, eres demasiado para mis humildes trazos.
¡Oh no! No pude contenerme más, tuve que besarle, porque este poeta me tenía loca. Mi cuerpo había alcanzado tal grado de calor, que pensaba que moriría de una extraña fiebre en unos momentos. No fue así, aunque sí morí un poco. Nos abalanzamos el uno sobre el otro y caímos en la cama repleta de mujeres sin cara. Fue una lucha incansable que duró hasta que los primeros rayos de luz entraban por la ventana. Nos dormimos, exhaustos, sólo teníamos fuerzas para abrazarnos. Duró hasta que Dante se despertó y quiso dormir a nuestro lado, separando nuestros cuerpos que parecían ser un solo individuo.
Nos vestimos y tomamos café, que era lo único que sobraba en aquella casa.
Recorrimos todos los rincones queriéndonos un poco más cada instante. Me enseñó a querer sin reparos y a vivir emociones que creía olvidadas. Supongo que fue más de lo que nunca hubiera imaginado. Me sentí viva por una vez. Y me gustó sentirme acariciada por el sol que entraba por su ventana.
¡Como le quise!
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