martes, 26 de mayo de 2009

De luna en luna

Creo que en mi interior aún queda algo. Quizás es el duende de mi conciencia que ebrio, me empuja a encontrarte.
Ya son demasiados golpes. Y fracciones de segundo rotas por la llamarada que despierta tu imaginación en mí. Pero aún así, confío en él y me tiro de cabeza. Puede que la piscina esté vacía, pero estoy cansada de escuchar a la voz sobria y estricta. Estoy cansada de sopesar con balanza cada una de las decisiones y las consecuencias de mis actos.

Es época de cambios. Ya me lo dijo mi subconsciente en un sueño un tanto extraño. El verano está a la vuelta de la esquina y poseyéndonos anda la ligera luz de luna menguante. El cielo despejado y mil estrellas a nuestra disposición.

Me voy a saltar las reglas. Por una vez, nadie se dará cuenta. Te regalaré una estrella. La que menos brille, para que con tus susurros la hagas lucir de nuevo. Bailaremos hasta que el sol rompa nuestra cómica tragedia. Y disfrutaremos viviendo solos, acompañados de luces de neón y flashes ochenteros.

sábado, 23 de mayo de 2009

Lluvia ácida

Creo que me encantan las tormentas de verano.
Ver caer las gotas enormes y crear círculos concéntricos en los charcos.
Respirar escasa naturaleza por unos segundos.
Sonreír sin motivo.
Que saltes, me mojes, te grite y me parta el culo.
Correr, sufrir por mis sandalias.
Mirarme en un cristal empañado y pensar ¡estoy peor que horrible!
Ver escapar a la gente de la cálida llovizna.
Mirar como eres feliz.
Pensar con menos claridad.
Volver a sufrir, esta vez por mi pelo.
Bah, da igual. Vamos a disfrutar.
Cojernos de la mano.
Pasear bajo mil lágrimas.
Encender 20 velas. Ser escuchada.
Cantar bajo la lluvia y bailar hasta el amanecer.
Y sin embargo, te quiero.
¿Qué palabra no puedo decir? ¡ah sí! Amor.
Tabú.
Cállate.
Te vuelvo a mirar y me encantas.
Sueño que puedo volar.
Lo intento.
Oir el chisporroteo del agua cayendo a cántaros.
Relajación.
Te encuentro.
Volver a saltar en el charco. Esta vez te mojo yo.
Y no puedo dejar de reir.

jueves, 14 de mayo de 2009

99 palabras

¿99 palabras? Pero, ¿estamos locos? ¿Como voy a decirte en limitadas palabras algo que viaja desde la uña de mi dedo gordo del pie, hasta el último pelo de la cabeza?

¿Cómo te describo en 99 palabras lo que siento cuando te veo aparecer? ¿Cómo explico que me evaporo si me miras?

No, es imposible. Soy absolutamente incapaz de decirte todo con sólo 99 palabras. Soy una torpe, lo sé, pero tú me haces serlo. Es inaceptable escribir una tanda de letras para que tú entiendas que muero cada vez que me diriges una palabra. Si es amable, creo que estoy en el paraíso.

Sí, me haces sentir eso, y mucho más. Cuando me rozas bajando las escaleras o respiras en la otra punta de la habitación. Yo te siento. Siento cada movimiento y cada suspiro que se produce en tu cuerpo. Cada escalofrío que te da a tí, me lo trasmites. Cada emoción, cada pensamiento.

¿Cómo describirlo en 99 palabras? Aunque pensándolo bien, quizás pueda hacerlo sin ninguna.

Mírame a los ojos. Mírame otra vez.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Incoherencias existenciales

Tengo que hacer una tesis sobre mi estado. Más bien, hipótesis, porque la certeza no existe. Si existiese, no está en mis manos ni en las de cualquier energúmeno de mi especie. La verdad absoluta, para los filósofos. Yo ni creo en ella, ni me creo con capacidad para filosofar o evidenciar mis carencias.

Hoy necesito respuestas. Respuestas, que como la verdad absoluta, no creo que existan. No creo ni cuando veo. Y eso me hace menos llevadera la angustia con la que me levanto. No existe lo material, no existe lo artificial. No puedo encontrar evidencias ni a través de la física ni de la metafísica. Olvido recuerdos que procuraba atesorar. Que alguien me explique el concepto físico de tiempo, de espacio, de humor y de risa. Que alguien me siente en una silla y esclarezca mi mente que ahora anda en una profunda nívola unamuniana.

¿En qué dimensión existimos? ¿Cuántas dimensiones hay? ¿Porqué creemos saber, cuando no controlamos más del 5% de nuestra mente?

Mis conexiones neuronales fallan y no soy capaz de encontar la salida adecuada a tanta energía. Se me escapa por los poros y me siento más ignorante que nunca. ¿Qué sentido tiene vivir por puro instinto y pensar por funcionar básicamente como humano? Creía en lo abstracto, ahora tan sólo puedo dar engaños por respuesta. Poca nitidez cuestionable.

Quizás la única verdad se encuentre en las matemáticas, porque que yo sepa, desde el inicio de los tiempos (ese concepto que me gustaría aclarar) 2+2 han sido 4. Simbolicemoslo como queramos. La matemática y la vida, la mariposa que mueve las alas y crea un huracán al otro lado del mundo.

¿Casualidades? ¿Certezas? Incertidumbre.

lunes, 27 de abril de 2009

Reflexiones infrahumanas

Hoy es un día de esos, en los que me pregunto dónde estarán los besos que no me diste y los abrazos que se quedaron en el olvido. Y me respondo, que estoy necesitada. Necesitada de tu necesidad de tenerme cerca, al fin y al cabo, era lo que daba sentido a mi vida.

No puedo no verte. Te olvido y te recuerdo. Te dejo y me atrapas. ¿Porqué no te ahogas en mis lágrimas y te fumas la sangre de mis venas? Sé que no te dije te quiero, ni tan siquiera me acordé de quererte. ¿Es tarde? Vuelvo, de repente, a navegar en un universo de sueños rotos e ilusiones machacadas por la falta de voluntad. La tuya y la mía. La tuya por quedarte, la mía por huír.

Despierto y me hundo porque no descansas en mi almohada. Tus pensamientos escapan de mis reflexiones. Contribuyen a quitarme libertad. La libertad de no andar atada a ti, ni ser un conjunto de células de tu cuerpo.

Pasa el tiempo, despacio, frustrante. Y aún así, las comisuras de mis labios siguen caídas y mis ojos no ven más que el instante infinito de tu presencia.

martes, 14 de abril de 2009

Disfrutar


Mañana frenética. Gimnasio, sí. Step. Cinta. Elíptica. Ducha fresca. Mercadona. ¿Galletas? Galletas. Frutos secos (como mi cráneo). Últimos detalles. Metro y trasbordos. Aeropuerto. Despegar. Nervios constantes. Buen viaje. Aterrizar. Frío. ¿Dónde estará el autobús? ¡Es ese!. ¡Se va!. ¡Espera!. Viajar. Dormir mientras suena Sabina. Sobresalto. Atardecer. Estamos llegando. Increíble. A lo lejos la Torre Eiffel iluminada.
¿París? París.

lunes, 6 de abril de 2009

Atravesando el aire

Saqué ese último cigarro de la pitillera, y me dediqué a encenderlo con calma. Mientras absorbía esa mezcla de nicotina, alquitrán, monóxido de carbono y otras sustancias, miré hacia atrás en el camino trazado por el destino o cualquier extraña fuerza, y pensé si no habría sido mejor si hubiese actuado de otra forma.

Ya era tarde, y por supuesto que no iba a dedicarme a cambiar ni una letra en el transcurso de mi ajetreada vida, porque aunque mal y tarde, estaba orgullosa de ser quien era.

No podía quejarme, estaban ellos, dispuestos a levantarme en cada caída (que eran muchas, debido a mi personalidad bipolar), y sin duda, por primera vez, me tenía a mí. Tantas veces me había fallado y ahora, sin más, había vuelto para contrarrestar el vespertino malestar que me producía la noche.

Definitivamente no podía quejarme. Hacía tanto tiempo que esperaba ese momento, que aún pensé en hacerlo eterno. Patochadas.

Pensé en volar en globo, nunca lo había hecho. Al igual que probaría la tarta de manzana y haría un descanso en mi frenético ir y venir. Hablaría contigo y me reiría de nuevo hasta el amanecer.

Sí, buena idea.

Pero el cigarro estaba en las últimas. Absorbí esa última calada como si se tratara de mi último aliento. Después de expirar, pensé que la agonía había acabado y decidí no hacer nada más al respecto. Dejé la mente en blanco y me dejé sucumbir por el placer del descanso eterno.